No quiero cerrar los ojos, porque cada vez que los cierro comienzo a pensar, a soñar, a sentir cosas tan intensamente que todo se vuelve real-irreal.
Creo tan ciegamente en lo que mi cabeza y corazón me dicen al cerrar los ojos, que cuando los abro, me doy cuenta que las realidades son completamente diferentes y las dimensiones se vuelven tan pequeñas que no sé en qué cresta estaba pensando....
Dejar correr los pensamientos creo que es algo sano, pero creerse cada una de las incoherencias que estas muestran, es algo enfermo.
Llego a dejar de distinguir cual es la realidad verdadera... si al abrir los ojos, o al tenerlos cerrados.
Porque al cerrarlos sientes como de a poco te adentras en tu cosmos interno, que es infinito y eterno... y no logras medir tus límites... los pensamientos van y vienen y los sentimientos son tan intensos que eso te asusta. Por dentro, tu creas tu mundo perfecto... y esa es tu realidad.
Sin embargo, por otro lado, al abrirlos, la realidad a la que te enfrentas es una creada en conjunto miles de millones de años atrás, y tienes que lidiar con ella... y eso agobia. Ella viene con sus propios sentimientos y emociones... y te cuesta adoptarlos, pero involuntariamente lo haces...
Pero...¿Y si todo fuera un sueño?¿Quién puede decirnos cuando estamos soñando y cuando no?¿Y si la vida sólo es una siesta?
Entonces... ¿En qué debo creer?
